miércoles, 17 de diciembre de 2008

“Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, postrándose ante él y pidiéndole algo. El le dijo: ¿Qué quieres? Ella le dijo: Ordena que en tu reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda“(Mateo 20:20).


El Señor Jesús les había dicho a todos ellos: ¿En qué vemos su fe? Lemos el pasaje: “He aquí, subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte. Le entregarán a los gentiles para que se burlen de él, le azoten y le crucifiquen; pero al tercer día resucitará” (v18-19). Lo que ella oyó de los labios de Jesús fue la maldición de Sus sufrimientos y muerte; en cambio ella ahora habla de Su gloria. Oyendo de Su cruz ella ve una corona: “Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, postrándose ante él y pidiéndole algo. El le dijo: ¿Qué quieres? Ella le dijo: Ordena que en tu reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda“(v20). Si ella hubiese visto a Herodes extender su cetro de poder a disposición de Jesús, y los principales gobernantes de Israel viniendo humillados a los pies de Cristo, o que aquella sociedad se sometía bajo el gobierno del Hijo de Dios, lo propio era pensar en un reino. En cambio ella oyó de traición, burlas, maltratos y muerte; sin embargo no le dio mente a tal cosa. El cuadro frente a nosotros de esta buena mujer argumenta que la creencia de su corazón era capaz de triunfar sobre toda adversidad: “Es, pues, la fe la constancia de las cosas que se esperan y la comprobación de los hechos que no se ven” (Hebr.11:1).





Ella no puso en dudas lo que el Señor Jesús ha predicho hace unos instantes, creyó que lo iban a matar; lo creyó, y también creyó que la instauración del reino sería después de la resurrección. Es notorio que su hablar testifica que su bien futuro dependía del poder de Jesús. No contaba con ninguna otra cosa que no fuese el favor de Cristo. Hagamos un contraste entre ella y los apóstoles, mire este cuadro: “A éstos también se presentó vivo, después de haber padecido, con muchas pruebas convincentes. Durante cuarenta días se hacía visible a ellos y les hablaba acerca del reino de Dios… Por tanto, los que estaban reunidos le preguntaban diciendo: Señor, ¿restituirás el reino a Israel en este tiempo?” (Hech.1:3,6). Vieron la realidad del Reino después de Su resurrección. Ella lo vio mucho antes. Es digno de maravilla y del mayor elogio que una simple mujer pudiese ver resurrección y gloria futura a través de la muerte y pasión de Cristo. Para ella la muerte no podía impedir que Cristo reinase.



Su caso es semejante al del buen ladrón, que a la hora de la muerte se fortaleció en esperanza: “Y le dijo: Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino” (Luc.23:42). En el momento más débil del Señor Jesús le vio poderoso, capaz de vencer la muerte y salvarlo. Oír a un hombre sano y prospero proclamar de su gratitud y confianza en Dios, que cuenta con el favor divino no será de tanto valor. Pero si en el extremo de su debilidad puede creer en esperanza, sería mucho más noble. La fe tiene mucho más valor cuando se manifiesta en el momento que las dificultades son mayores.


Hermano: ¿Qué estás viendo en el Cristianismo? Es posible que estés viendo debilidad, problemas aparente fracaso y una actividad que se opone a tus planes terrenales, pero te invito a ver tu futuro, no en las cosas que están pasando a tu alrededor y las que se anuncian que vendrán peores, sino en lo que Dios ha prometido en Cristo Jesús: “Considero que los padecimientos del tiempo presente no son dignos de comparar con la gloria que pronto nos ha de ser revelada” (Ro.8:18). No ignoro que quizás tu presente circunstancia sea miserable; en la religión mucha confusión, en la salud no menos peligros de enfermedades, sino es que ya estás enfermo, en lo económico necesidades, el dinero no alcanza, en lo político ni mencionarlo de tantos engaños. Será tu sabiduría no detener tu vista en eso, sino en lo que Cristo tiene para ti detrás de ese horrible cuadro, oye la Palabra de tu Dios: “Considera al integro, y mira al justo; porque hay un final dichosos para el hombre de paz” (Sal.37:37). Esto es, que meditas es sobre lo que es la vida Cristiana, porque el esplendor de vida que tú busca no está aquí, sino en el otro mundo.



Amen.

viernes, 5 de diciembre de 2008

PORVENIR

JEREMIAS 31:17 Esperanza hay también para tu porvenir, dice Jehová, y los hijos volverán a su propia tierra.
Usted se acaba de enterar que en su lugar de trabajo están reduciendo el personal, y “alguien” le ha dicho que usted es el próximo en la lista de los despidos. Esa noticia no la esperaba pues pensaba que tenía muchos años más trabajando allí. Quizás esté pensando bajo la sombra de la desocupación y el desempleo - ¿Que va a ser de mí? -. Esta situación difícil, para usted, puede tornarse en un tiempo de afirmación de su fe y confesión de las promesas de Dios.
Así como todo lo que vemos fue hecho por la autoridad de la Palabra de Dios, su situación puede ser cambiada hoy por el "dijo Dios". El Señor hoy le dice que hay esperanza para su porvenir.
Seguramente su situación real actual, sus sentimientos y razonamiento le estarán "diciendo" que no tiene esperanza, pero ¿sabe una cosa? Si se atreve a reaccionar en forma espiritual, ante las circunstancias difíciles y ante el mismo diablo, confesando: “¡Hay esperanza para mi porvenir!”, se creará alrededor suyo una atmósfera nueva de gloria espiritual, que va a dar lugar al posterior obrar de Dios para que esa promesa se cumpla en su vida.
Decida hoy creer de todo corazón lo que "dijo Dios" sobre su vida, para que la palabra creativa opere y usted se transforme en una persona con un porvenir bendecido.


CONFESION DE FE:
¡HAY ESPERANZA PARA MÍ EN MEDIO DE LA DESESPERANZA DE MI SITUACION ACTUAL EN EL NOMBRE DEL SEÑOR!

ORACION:
Renuévame en este día, oh Dios mío. Esta noticia negativa me ha golpeado fuerte, pero te pido las fuerzas que vienen de Ti para abrir mi boca y confesar confiado que sí hay esperanza para mi porvenir porque tú estás a mi lado para ayudarme. ¡Amén!
Escrito por Juan Taveras , juanrmt1@hotmail.com

¿Qué debo Hacer para ser Salvo?

¿Qué debo Hacer para ser Salvo?


“... sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron. Despertando el carcelero, y viendo abiertas las puertas de la cárcel, sacó la espada y se iba a matar, pensando que los presos habían huido. Mas Pablo clamó a gran voz, diciendo: No te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí. El entonces, pidiendo luz, se precipitó adentro, y temblando, se postró a los pies de Pablo y de Silas; y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?” (Hechos 16:26-29)

El relato bíblico nos habla de un gran terremoto, de una gran conmoción al punto que los cimientos de la cárcel se sacudían. Me imagino todo aquel polvo y el chirrido de las puertas de metal que cedían a la fuerza de aquel fenómeno fiero que sin pedir permiso, las abría y hacía volar con violencia las pesadas cadenas que mantenían a los reclusos aprisionados. Con todo, las palabras del carcelero, su espanto y sacudimiento no provenían del horror por aquel destructivo sismo, ni tampoco por las consecuencias que le sobrevendrían si los presos escapaban bajo su responsabilidad. Nota que su pregunta no fue hecha en una actitud de averiguar solamente, como alguien que quiere informarse de un asunto por mera curiosidad, sino más bien fue el grito desesperado de un alma, que impactada por el poder de Dios, clamó por ayuda, rogó por una solución, porque entendió que necesitaba un Salvador.

RADIO EMANUEL 1430AM